BlogYou always walk alone
Iveth de espaldas caminando con Vinnie Paul y Triny

You always walk alone

Oscuridad.

La neblina llenaba el aire de la madrugada, y el viento frío era la única caricia que recibía en la cara. La tenue luz de los faros era la iluminación en este momento. No había absolutamente nadie más, como si todo se hubiese detenido.

Caminaba lentamente. En cada mano sostenía la correa a cada uno de mis perros; el más fuerte a la izquierda, que intentaba acelerarme el paso, y la más tranquila a la derecha, quien quería que vaya aún más despacio. Daban las cuatro de la mañana y ese era nuestro paseo diario, con ellos me sentía segura, aunque no había nadie más en todo el trayecto.

Era el único momento en que podía salir a caminar con ellos. Mis clases iniciaban a las seis y el trabajo a las nueve, y cómo no tenía hora de salida, no había otra opción, o caminábamos en la madrugada o no lo hacíamos.

Un buen día, a mitad del trayecto, encontré una luz encendida en la planta baja de uno de los edificios, el más alto del recorrido. Voces que no podía distinguir, parecían mantener una animada conversación que me hacían sentir segura y acompañada y cada vez que estaba a punto de pasar por el edificio, a unos cuantos pasos ya podía escuchar las voces. <<Sin duda contrataron guardias>> – pensé. Parece un poco tonto, pero esas voces indistintas, me hacían sentir protegida.

Pasaron un par de meses para que me animara a acercarme un poco más y me detuviera a intentar descifrar la conversación. Al inicio me costó distinguir lo que pasaba, porque me di cuenta que no eran dos voces, era solamente una. No eran guardias, era una chica. No eran personas, era la voz pregrabada del nuevo cajero ATM del Banco Pichincha dándote la bienvenida.

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